Josquin des Prés


Es todo un lujo poder hablar contigo, pues no acostumbras a dar demasiadas entrevistas. ¿A qué se debe?

Prefiero que sea mi música la que hable por mí. No podría decir de mí nada más de lo que ya cuenta mi música, ni aunque hablase durante años sin parar. Expreso absolutamente todo a través de mis obras.

Entonces nada tiene que ver con tu personalidad, de la que algunos, como el duque Hércules I de Este, dicen que es un poco complicada, y que tratarte es difícil. ¿Es esto cierto?

Quiero cambiar mi respuesta a la pregunta anterior. No doy entrevistas para no responder a preguntas como esta.

No era mi intención molestarte.

(Risas). Realmente Viento del Norte, que en paz descanse, y yo, nos llevábamos muy bien. La pasión del duque por la música consiguió que Ferrara se convirtiera en una de las ciudades más importantes dentro del panorama musical. Sus escuelas siguen siendo las más afamadas.

Él dijo de ti que eras el mejor compositor. ¿Por qué solo pasaste un año a su servicio?

La epidemia de peste que asoló parte de Europa aquellos años, y más especialmente Italia, tuvo un mayor impacto en Ferrara, donde además las infecciones se aceleraron por causa de las inundaciones que aquellos lluviosos meses provocaron. Gran cantidad de personas morían cada día. Dejé mi puesto como maestro de capilla y me marché de allí buscando un lugar más seguro. El propio duque y su esposa fallecieron por la enfermedad de la muerte negra. Mi puesto fue ocupado más adelante por Jacob Obrecht. Poco después me enteré de que ese pobre desgraciado no tardó en contagiarse. Él también murió por la peste.

Para muchos Jacob Obrecht era uno de tus principales rivales en la pugna por el puesto de mejor compositor del momento. ¿Estás de acuerdo?

Bueno, no debo ser yo el que afirme quién es el mejor compositor del momento. Obrecht era un crack haciendo misas. A mí me parece que su estilo está un poco pasado de moda, pero reconozco que tiene buenos temas. Son muchos los compositores que están intentando hacerse un hueco en el mundo de la música. Hay gente muy buena.

Pero no seas modesto, tus trabajos siguen ocupando el número uno de las listas más escuchadas. ¿Cuáles son tus influencias?

Mi principal mentor fue el flamenco Johannes Ockeghem. Fue el amo del contrapunto. Él me enseñó todo lo que sé. Su trabajo como maestro de capilla en París bajo los reinados de Carlos VII y Luis XI fue espectacular. Algunos le acusan de comercial, y es verdad que solía componer atendiendo a su propia manera de cantar, pero no cabe duda de que fue un excelente bajo y de que ponía una gran pasión en lo que hacía.

El lamento a cinco voces que compusiste cuando murió es realmente magnífico. “Déploration sur la mort de Johannes Ockeghem” se convirtió en uno de tus grandes éxitos. ¿Fue él quien te animó a componer?

Sin duda. Dejé mi Henao natal, por aquel entonces ubicada en el condado de Borgoña, e ingresé en el coro de la basílica de San Quintín, al otro lado de la frontera con Francia, a los diez años aproximadamente. Disfrutaba cantando aquello que ya estaba escrito, pero siempre quise ser yo el que escribiera obras que otros pudiesen cantar. Ockeghem empezó a darme clases de contrapunto y me dijo que aquello se me daba bien.

Una carrera muy temprana. Poco después pasaste por otras capillas francesas antes de viajar a Italia. Supongo que haber sido miembro del coro papal supuso una enriquecedora experiencia.

Haber podido actuar en la Capilla Sixtina de los Estados Pontificios fue todo un privilegio. Es uno de los escenarios más importantes del mundo. Sin embargo, he de reconocer que haber tenido que hacerlo bajo el papado de Inocencio VIII le restó entusiasmo. Era una persona muy irascible. Su principal preocupación era la caza de brujas. No caía bien a casi nadie. Yo ya tenía más de treinta años cuando él enfermó, pero los niños del coro estaban muy asustados. Se decía que su médico judío había pretendido salvarle la vida mediante la transfusión de la sangre de tres críos de diez años que acabaron muriendo. Alejandro VI, escogido papa en 1492, se mostró mucho más interesado en la música, así como en otras artes, pero no me gustaba demasiado que se implicara tanto en la política. Trabajé para él apenas un par de años.

¿Cuándo publicaste tu primer trabajo?

En el año 1502 salió mi primer libro de misas. La publicación corrió a cargo de Ottaviano Petrucci, quien sin duda es el mejor editor del momento. De su taller veneciano salen los mejores trabajos del mundo y todos quieren trabajar con él. Estoy muy contento con todo lo que hace.

Ya en tus misas puede apreciarse ese estilo que te caracteriza y que tanto gusta a tus fanes. Una exquisita fusión entre homofonía y polifonía, y un magistral equilibrio entre la letra y la melodía. ¿Cómo llegaste a este resultado?

Principalmente gracias a las referencias sobre las que he apoyado mi propio rollo. Las composiciones homófonas de Guillaume Dufay y las polífonas de Johannes Tinctoris, por ejemplo, me han permitido construir mis híbridos y en no pocas ocasiones han salido grandes cosas.

Obras como la Missa de beata virgine o la Missa sine nomine siguen sonando en todas las iglesias del mundo. Pero quizá sea por tus motetes por lo que el público más te conoce, ¿no crees?

Bueno, es evidente. Apenas tengo veinte misas, mientras que son ya casi sesenta los motetes que he compuesto, únicamente superados en número por las canciones. Es un género que me gusta mucho, porque me encanta la temática bíblica y es algo que ahora está muy de moda. La verdad es que estoy muy contento con la acogida que obras como Praeter rerum seriem o Qui edunt me adhuc están teniendo en muchos países.

Sin duda, apareces en todos los carteles de los grandes eventos de Europa, fundamentalmente en el norte. ¿Cuál es la corte que más se pone en contacto contigo?

Trabajo mucho con los Países Bajos de los Habsburgo. Lo último que he sacado está gustando mucho allí y tengo una gran relación con Margarita de Austria. Es una mujer muy inteligente, simpática y a menudo se interesa por mis nuevos lanzamientos.

Sin embargo, últimamente estás entregado casi por completo a tu labor como preboste de la catedral de Notre Dame de Condé-sur-l’Escaut.

Así es. Posee junto con Cambrai y Soignies el mejor conservatorio de toda la región y es todo un placer poder estar al frente de este proyecto.

Eres considerado uno de los maestros más capacitados del momento y reconocido como el músico que mejor domina la técnica y el lenguaje musicales. ¿No se te sube a la cabeza?

Me alegro mucho de que mi música sea tan admirada. Aunque estoy seguro de que las tendencias cambiarán y aparecerán otros más importantes que yo. Por mi parte, me conformaría con que, a mi muerte, las procesiones que habitualmente pasan por la plaza del mercado, donde ahora vivo, se detuvieran un instante frente a la estatua de la Virgen María que hay junto a mi casa y cantaran mi Pater noster, qui es in caelis a seis voces, una de mis últimas canciones. Con eso me basta.
 
 

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