En
pleno desenlace de una guerra que llegará a durar más de los cien
años que le darán nombre, el núcleo de las batallas entre Francia
e Inglaterra se encontraba en la ciudad de Orleans. Casi en pleno
corazón de Francia, el asedio que los ingleses estaban imponiendo a
este lugar clave parecía que vería su éxito. De la nada apareció
una campesina de diecisiete años diciendo que oía voces. Se
presentó al mismísimo delfín de Francia y actual rey, Carlos VII,
y le propuso liderar la defensa de Orleans basándose en esas voces
que decía escuchar. Corría el año 1429, llevaban noventa y dos
años de guerra y estaban realmente jodidos ante el avance inglés
liderado por el duque de Bedford, Juan de Lancaster, recientemente
nombrado regente de Inglaterra por ser el rey Enrique VI, su sobrino,
menor de edad.
-Dadle
diez mil hombres y que se pire. Total, ya no nos puede ir peor... Que
lo intente al menos.
Aquella
joven muchacha se llamaba Juana. Hoy sigue siendo poco más que una
niña. Lo cierto es que, evidentemente, para que el delfín de
Francia por fin concediera tropas a esta chica, tuvo que pasar mucho
tiempo, pues hacía meses que la joven luchaba por ponerse en
contacto directo con el también joven Carlos VII para rogarle que la
escuchara. Aunque de familia acomodada, Juana no era más que una
niña campesina, nacida en la aldea de Domrémy. Su gran fe y su
espléndida devoción, en especial por la Virgen María, eran por
todos conocidas. Pero desde los trece años, algo la llevó a
diferenciarse del resto de los beatos. Unas voces y visiones la
informaban de acontecimientos bélicos, de los que ella nada sabía.
Aquellos mensajes poco a poco fueron interpretados por ella misma y
por los suyos como anuncios divinos. La propia Juana identificó las
voces durante su juicio hace 3 meses como las de las santas Catalina
de Alejandría y Margarita de Antioquía, e incluso, la del arcángel
San Miguel, protector de Francia. El temor que despertaron en ella
tales comunicados al principio, a medida que pasó el tiempo se
convirtió en ánimo para cumplir con el cometido que Dios le había
ordenado.
Es
probable que la liberación de Orleans no se debiera a la habilidad
de Juana como comandante de los ejércitos. Cierto es que ejerció
como uno de los varios líderes de la defensa, pero ni en esa, su
primera victoria, ni en las posteriores, Juana destacó como
estratega. Consiguió algo quizá más importante que la mejor de las
tácticas bélicas. Con su sola presencia, conseguía proporcionar a
los soldados una valentía poderosa, una moral inagotable y un fervor
más valioso que cualquier entrenamiento militar.
-Prefiero
sostener mi estandarte, que empuñar mi espada -declaraba con pasión
la joven durante su juicio, días atrás.
Será
por esa razón por la cual, durante la batalla de Compiègne, en el
norte del territorio francés, los borgoñeses supieron cuál debería
de ser su principal cometido: evitar que el estandarte blanco de
Juana se alzara una vez más. El 23 de mayo del año pasado, el
capitán francés Guillaume de Flavy ordenaba cerrar las puertas de
la muralla de Compiégne ante la catastrófica situación que se
vivía junto al puente sobre el río Oise. Los franceses habían
quedado atrapados entre los frentes de los ejércitos ingleses y
borgoñeses. A pesar de todo, una voz femenina rugía haciéndose oír
sobre el mar de gritos masculinos. Juana de Arco continuaba alentando
a sus compañeros para luchar con valor por la victoria de Francia,
su objetivo, la meta que los mensajes divinos le habían fijado. Sin
embargo, tras demostrar su apasionante liderazgo como en tantas otras
ocasiones durante más de un año, la desigualdad del desenlace de la
batalla y la flecha de un arquero borgoñés terminaron por arrojarla
al suelo desde su caballo. Su estandarte blanco pronto fue desgarrado
y pisoteado sobre el barro.
Juana de Arco quemada en Rouen (Coloreado). Lenepveu. Siglo XIX |
Me doy la vuelta tras dirigir una última mirada a los claros ojos de la conocida como doncella de Orleans, que con semblante tranquilo y susurrando plegarias los cierra, para nunca más volver a abrirlos. Intento consolarme pensando que es probable que el abundante humo acabe por dormirla antes de que el fuego devore su cuerpo. Francia debe mucho a esta santa, cuyas victorias fueron conseguidas gracias a la fe, un arma más poderosa que el acero.
Desde hace unos días, la ciudad de Rouen, en la actualidad ciudad de Francia, cuenta con un museo dedicado a la figura de Juana de Arco, con estupendos vestigios e información sobre la heroína.
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