La rendición de Gante

El alboroto que se escucha al otro lado de los muros de esta ciudad de Gante realmente acojona. Cuando me asomo entre las almenas de oscura piedra un soplido de aire frío me golpea la cara. Me llevo la mano al sombrero chambergo para evitar que salga volando y me ajusto la presilla. Ante mí, más de cincuenta mil franceses permanecen desplegados con envidiable organización, pues a poco más que a su posición tienen que prestar atención, sabiendo que tienen la victoria asegurada. Hoy es 9 de marzo del año 1678. Hay que reconocer que al Rey Sol le ha salido bien la jugada.

Castillo de los Condes de Flandes. Gante. Bélgica

Hace seis días, el mar de tropas bajo el mando del mariscal de campo Louis de Crevant se extendió a las afueras. Dos días más tarde, sabiendo que el éxito del asedio era indiscutible, el propio rey Luis XIV se presentó rodeado por su corte y siendo aclamado por los suyos. La está gozando. Distingo entre las filas de soldados los estandartes del monarca, con sus flores de lis doradas sobre un fondo del color del cielo despejado. De un lado para otro, a este lado del muro, Francisco de Pardo, gobernador de esta plaza, camina nervioso.

-Bien jugado -susurra-. Putos franceses.

Aún me retumban los oídos. Ayer el ejército de Francia dirigió contra nuestras murallas un continuo ataque de artillería contra el que muy poco o nada hemos podido hacer. Deambulo por las inmediaciones dejando con mis botas de vuelta mis pasos grabados sobre la gravilla apoyándome en mi alabarda ligera. Formo parte del grupo de piqueros cuya función es proteger al pelotón de arcabuceros mientras toman posiciones, ceban y disparan. Visto unas calzas valonas y el coleto de cuero además de protegerme me abriga en esta desapacible mañana. Mi inquieto paseo me lleva junto a la antigua abadía de San Bavón, convertida en cuartel el siglo pasado, en tiempos del emperador Carlos V. Poco después contemplo el imponente castillo, sede del consejo, cuya majestuosa estampa se completó en poco más de treinta años, bajo el gobierno del conde de Flandes, Felipe de Alsacia, en el siglo XII.

Toma de la ciudad y de la ciudadela de Gante en seis días, 1678.
Charles Le Brun. Palacio de Versalles
Cuando llego de nuevo junto a la muralla, los gritos dando órdenes y las carreras de mis compañeros me anuncian que los franceses por fin han decidido lanzarse al ataque. Sébastien Le Prestre, afamado ingeniero militar al que tan bien se le da defender fortificaciones como asaltarlas, dirige el avance gabacho. Vauban no va a tener hoy demasiado lío. Estamos perdidos. Cuando hace unos días los exploradores informaron de que los franceses habían alcanzado Ypres, el grueso de nuestro ejército se dirigió hacia Namur para presentar batalla. Pero de manera inesperada, el enemigo cambió su ruta y se dirigió hacia aquí. Los quinientos tíos que dicen que quedamos hemos resistido todo lo que hemos podido, pero todo parece indicar que tendremos que rendirnos. Ante la amenaza francesa, los soldados españoles responden con valentía, esperando la lucha. A mi lado, un loco parece querer lanzarse desde las almenas con una vizcaína entre los dientes, fruto de la impotencia. Me apresuro para agarrarle de la pedorrera y tirar de él hacia atrás antes de que se le vaya la olla del todo.

-¡Franchutes de los cojones!

Me asomo y veo que ya tenemos encima el mosaico de colores del ejército de Francia. Los regimientos de guardias visten el azul, la infantería regular va de gris y algunos destacamentos mercenarios llevan el rojo. Una espada de concha se alza a lo alto y la señal se escucha finalmente. Nos replegaremos hacia el castillo e intentaremos aguantar mientras llegan refuerzos. La cosa, aún así, está complicada. Los franceses lo tienen tan fácil que incluso Jean Racine y Nicolás Boileau, célebres dramaturgos, ya se encuentran junto al rey improvisando los primeros versos de las obras que cantarán su hazaña de hoy.

Toma de la ciudad y de la ciudadela de Gante en seis días, 1678. Charles Le Brun. Palacio de Versalles

En El camino español recorren todos estos sitios buscando la huella de España en Flandes, entre otros lugares.

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