El
sol de la mañana baña las dunas de Egipto mientras camino por las
polvorientas calles de Deir-El-Medina, que significa Convento de la
Ciudad. En tiempos del faraón Thutmosis I Akheperkara, primero de
los gobernantes de la familia de los Thutmósidas, que reinó durante
la Dinastía XVIII entre los años 1524 y 1518 antes de Cristo, se
inició la construcción de Biban-El-Molûk, el famoso Valle de los
Reyes. Thutmosis I pasaba de construirse una pirámide para
enterrarse en ella, algunos dicen que cansado de que normalmente
fueran sometidas a continuos robos y saqueos. Se le ocurrió la idea
de crear un hipogeo excavado en la ladera de la montaña, y fue con
él con quien comenzó la costumbre de optar por este tipo de
inhumación, un modelo de enterramiento que se practicaría durante
todo el Reino Nuevo. Esta obra llegará a convertirse en un proyecto
faraónico que comenzó con el proyecto de la tumba de Thutmosis I,
encargado al arquitecto real Ineni. Hoy es día 10 del mes de Peret
del año 29 de Ramsés III, lo que aproximadamente vendría a
corresponderse con el día 14 de noviembre del año 1166 antes de
Cristo. En esta aldea viven cientos de personas, todas ellas
participan en la construcción de la tumba real, y veo que están
bastante hartos.
Detalle del relieve de Ramsés III en el Templo de Khonsu en Karnak |
Ramsés
III es un gran rey. Desde hace años Egipto vivía un período de
decadencia que, a pesar de que continúa, con este faraón ha tenido
una pequeña frenada. Se han realizado importantes reformas sociales
y administrativas y los nubios y asirios vuelven a pagarnos tributos.
A pesar de todo, en las fronteras del este y el oeste del Delta están
sucediéndose ataques de enemigos que algunos llamarán Pueblos del
Mar, y que de momento han podido ser controlados. Además, la
corrupción y las intrigas palaciegas son cada vez más evidentes.
Esto ya son cosas que nos afectan a los ciudadanos, sobre todo a los
que vivimos aquí, en Deir-El-Medina, puesto que las monumentales
tumbas del Valle de los Reyes cada vez suponen más curro, y la
economía cada vez va peor, por lo que los salarios se están
retrasando. Y aquí si no nos pagan ni comemos ni bebemos ni nos
vestimos. El salario diario se compone de pan, verduras y dátiles.
En días de celebración también recibimos carne de buey o pollo.
Nos dan agua potable, un bien muy preciado, y cerveza, para mí mejor
todavía. Además, regularmente se nos abastece de ropa y calzado.
Sí, cobramos en especie, aunque el valor de las cosas se estima
mediante el cobre, a través de la unidad de peso básica hoy en día,
el deben, que equivaldría a noventa y un gramos de cobre.
Cada
vez curramos más y cada vez nos pagan peor.
-¿Es
esto un saco de cebada? -le grita un trabajador a su capataz,
enfadado-. ¿Te digo yo qué es esto? ¡Esto es un saco de mierda!
Setenta
y siete son los litros de capacidad de cada saco. Setenta y siete
kilos de cebada en mal estado se esparcen sobre la arenosa calle
cuando el trabajador da una patada al saco, cabreado. Le explica a su
superior que la calidad del grano que recibimos como paga cada vez
deja más que desear. Y eso si la recibimos, porque cada vez son más
habituales los retrasos en los pagos. La gente está quemada, y no
precisamente por el sol de Tebas, en esta bella ribera occidental del
río Nilo.
Los
equipos de construcción están formados por varios tipos de
profesionales: canteros, albañiles, escultores, tallistas de
relieves y pintores. Los grupos de trabajo se componen de sesenta
obreros organizados en dos brigadas, lideradas cada una de ellas por
un capataz y un delegado. Además, hay varios escribas. Y son a ellos
a los que acuden los indignados currantes para registrar sus quejas y
solicitar que sean enviadas a Ramsés. Veo cómo uno de estos
escribas, Amennajet, no da abasto registrando lo que aquí hoy
sucede. En estos momentos escribe lo que se convertirá en el Papiro
de la Huelga.
-¡Sí
se puede! ¡Sí se puede! -gritan los obreros, que abandonan sus
puestos en la construcción de la necrópolis y comienzan a organizar
una manifestación-. ¡No hay pan para tanta botarga!
Deir-El-Medina |
Qué
rica la botarga. Un plato típico de aquí elaborado a base de huevas
de mújol, un pez marino que remonta las aguas del Nilo. Me dirijo
todo chulo con mi torso moreno al aire, únicamente vestido con una
falda de lino plisada, hacia los últimos muros de la necrópolis,
que tiene nada menos que cinco. Hasta allí se ha desplazado la
manifestación de obreros, llegando hasta los aledaños del templo de
Thutmosis III, ya cerca de los campos de cultivo. Se comenta que
otros templos importantes están siendo rodeados con sentadas. Los
sacerdotes a menudo son también blanco de acusaciones, puesto que
los repartos del grano muchas veces pasan por sus manos y son los
culpables de las reducciones del sueldo. Algunos grupos lanzan
protestas contra ellos y en un templo a unos metros veo cómo los
funcionarios se acojonan hasta el punto de que entregan cincuenta
panes a la enfurecida multitud hambrienta.
Parece que la valentía se contagia poco a poco por todo el pueblo obrero, y antes de que la noche caiga, las obras están totalmente paralizadas. La muchedumbre continúa sentada junto a los templos y totalmente decidida a no mover ni una piedra más hasta que no se les escuche y se les vuelva a pagar en condiciones. Egipto vive tiempos de decadencia. El pueblo sufre y los gobiernos pasan. Esto es algo común en toda la Historia.
Parece que la valentía se contagia poco a poco por todo el pueblo obrero, y antes de que la noche caiga, las obras están totalmente paralizadas. La muchedumbre continúa sentada junto a los templos y totalmente decidida a no mover ni una piedra más hasta que no se les escuche y se les vuelva a pagar en condiciones. Egipto vive tiempos de decadencia. El pueblo sufre y los gobiernos pasan. Esto es algo común en toda la Historia.
Templo funerario de Ramsés III. Medinet Habu. Luxor |
Este antiquísimo acontecimiento es conocido gracias al mencionado Papiro de la Huelga, hoy conservado en el Museo Egipcio de Turín.
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