Estas
estrechas calles del barrio judío de Sevilla convierten esta parte
de la ciudad en una auténtica ratonera. Camino con dificultad,
apoyándome en las paredes de las casas, tapando mi boca con el
pliegue de mi sucia saya de lana, para calmar la violenta tos que me
provoca el humo que invade este lugar, que esconde el sol y casi deja
en penumbra a toda esta laberíntica judería, a pesar de que aún es
media tarde. Descanso al llegar a un callejón e intento frenar mi
respiración agitada, apoyando mi espalda en la pared. Seco el sudor
de mi cara pasando una manga y la tiño de negro. Imagino que la
mezcla entre el sudor y el hollín me hará tener una pinta
lamentable. Hoy es 6 de junio del año 1391. Cierro los ojos e
intento recuperar el aliento. A mis oídos llegan gritos y lamentos
de hombres, mujeres y niños. Este difícil siglo XIV quizá haya
hecho que en Europa estemos perdiendo la cabeza. Hoy, estoy metido en
medio de una auténtica masacre de judíos.
Callejón de la judería de Sevilla |
La
muralla de la ciudad protege a Sevilla, al otro lado. A este,
encierra al barrio judío. Junto con las paredes del alcázar y otros
muros levantados, se delimita esta judería que únicamente tiene dos
puertas. Una abierta en uno de los muros de la parte de arriba, y la
otra, de origen almorávide, que da directamente a los campos. A ella
me dirijo, viendo al llegar lo que esperaba encontrar. Varias
hogueras arden junto al camino. Hombres asustados corren entre ellas.
Mujeres con niños en brazos, agotadas, se arrodillan ante grupos de
ciudadanos que, armados con herramientas de labranza, las acusan y
amenazan mediante gritos que, según me parece a mí, delatan no
menos terror que los de las personas a los que van dirigidos. Las
vestimentas de los acusados, les delatan como judíos. Son muchos los
cuerpos que veo en las calles, e identifico con horror que la mayoría
de las muertes han sido muy violentas. Vuelvo a tapar mi boca,
tosiendo, y escupo al suelo intentando quitarme este amargo sabor a
humo.
-¡Vosotros!
¡Vosotros sois los culpables de todo esto!
-¡No
hay más Mesías que Cristo! ¡Lo llevasteis a la cruz!
Calle del antiguo barrio judío de Sevilla |
A
cada golpe, a cada cuchillada, profieren una frase, como queriendo
con ello justificar su sangriento acto. Esta oleada de locura y
violencia viene siendo alimentada por varios sectores del clero
pudiente desde hace meses, cuyas demagogias han convencido a un
pueblo torturado por un tiempo de crisis de todo tipo que parece no
tener fin. No sólo en España, sino en toda Europa, las gentes de
este siglo están sufriendo desastres de tal magnitud, que sólo
pueden significar, según creen, un castigo de Dios. Acentuadas
crisis económicas, despiadadas luchas de poder... Incluso son
tiempos de cambios climáticos que han hecho que las temperaturas
desciendan. Y por supuesto, una de las catástrofes más terroríficas
de la Historia. La Peste Negra. Dios castiga a los hombres. Dios
castiga a los cristianos. ¿Y por qué?
-El
Señor nos ha condenado por aceptar entre nosotros a los judíos -me
responde un ya mayor campesino, vecino de la ciudad, que va armado
con un falce que ya ha sido empapado en sangre.
Ilustración de muerte de judíos |
Personajes
como el arcediano de Écija, Ferrán Martínez, se han convertido en
perversos predicadores antisemitas que buscan sembrar el odio contra
los judíos. Ahora mismo, en este lugar, puedo asegurar que sus
campañas han tenido éxito. El año pasado falleció el rey Juan I
de Castilla, siendo su sucesor su hijo de once años, el ya Enrique
III de Castilla. La regencia de su madre, Leonor de Aragón, ha sido
aprovechada por el arcediano para ascender al puesto de vicario
general, y ha utilizado su poder para majaderías tales como ordenar
a todos los párrocos de su diócesis que organicen las destrucciones
de todas las sinagogas, y eliminen cualquier referencia al mundo
hebreo. Muchas han sido las quejas de la población judía a los
reyes, pero este Ferrán Martínez nunca ha hecho caso, diciendo que
en materia religiosa, los reyes no pintan nada. Este lunático ha
conseguido convencer a buena parte de la población con sus sermones
antisemitas, dirigiéndose a este pueblo tan herido por las
calamidades de este siglo XIV, que se ha agarrado a esta solución,
por supuesto, inservible. A tal punto ha llegado su mensaje, que las
gentes han puesto nombre a los seguidores del arcediano. Se les
conoce como los matadores de judíos.
Los
más moderados perdonan la vida a los perseguidos que acepten
convertirse al cristianismo, pasando a ser judeoconversos. Muchos
judíos huyen de la ciudad dejando atrás sus casas, que son
saqueadas y quemadas. Los fallecidos suman cientos. La judería de
Sevilla ya nunca volverá a recuperarse, y sus sinagogas serán
transformadas en iglesias. Esta locura no acabará aquí, sino que se
acabará extendiendo por todo el territorio cristiano de la
península, las Coronas de Castilla y Aragón y el Reino de Navarra.
Por mi parte, escojo los callejones más solitarios para perderme en
ellos y alejarme de este pogromo. Por si fuera poco caótico este
tiempo oscuro y terrible, nosotros, los necios hombres, añadimos,
nunca mejor dicho, más leña al fuego.
Matanza de judíos en 1391 en Sevilla. Plumilla. Siglo XIX |
Esta es la página del Centro de Interpretación de la Judería de Sevilla.
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